martes, 22 de noviembre de 2011

COGIDOS DE LOS LABIOS HUYERON DEL ESCOMBRO



DE ESE TREN QUE NOS LLEVA



Esa noche bailaron el vals de la ternura

en la casa habitada por recuerdos y cactus,

el vals que sólo bailan los cuerpos solitarios.


Decoraron la mesa con flores encarnadas

y brindaron con besos en las copas antiguas.

Bailaron esa noche un vals hasta el desmayo.


Apagaron las luces y sólo las farolas

testigos fueron albos detrás de las ventanas.

Se pusieron los trajes de los días de fiesta

y bebieron la dicha de los peces del alba.

Y mecieron sus cuerpos como tallos dormidos

en los brazos borrachos de dulzor y diamantes.

Bailaron desde el sueño el vals de la ternura,

tuvieron en la boca las uvas del estío.


En el patio la noche les olía a mimosas

y tomaron la senda de la aurora de mayo

dejando la tristeza desnuda en el armario.


Cogidos de los labios huyeron del escombro.


JUAN JOSÉ VÉLEZ OTERO

sábado, 19 de noviembre de 2011

A VECES



A veces me da el pánico y tengo miedo de compartir, una oleada de recuerdos me asola el pecho y la angustia se apodera de mí. En verdad no tienen poder alguno en mi cotidianidad, pero siempre creemos que se van a repetir las cosas malas que alguna vez nos ocurrieron. El cuerpo registra en su memoria esa desazón y ocurre como con el amor, ya no lo quieres, pero se acelera el corazón si lo encuentras, todos tus órganos y sentidos saben que ya no lo quieres, pero no olvidan que una vez lo quisiste. A mí, a veces, me da miedo sufrir y entonces lo hago por adelantado, sueño despierta mi desdicha y mi desventura en un llanto sin fin. Luego me sienta muy bien y creo que han sido inteligentes mis lágrimas de a litro. Pero sólo he podido saborear una hiel que aún no era mía, que puede que no lo sea nunca.

Miedo de compartir, sobre todo, lo que no es mío, lo que no soy yo, lo que es prestado y que entonces me despierte un día perdida, desvirtuada, sin saber cómo he podido recorrer el camino hacia dónde estoy, sin miguitas de pan que sepan devolverme a mi sitio. Es arriesgado compartir, no sólo pudoroso, es muy arriesgado no saberte dueña y tener las manos llenas siempre para los demás, el corazón tiembla de frío y de miedo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

PASA EL OTOÑO


OTOÑO



Esparce octubre, al blando movimiento

del sur, las hojas áureas y las rojas,

y, en la caída clara de sus hojas,

se lleva al infinito el pensamiento.



Qué noble paz en este alejamiento

de todo; oh prado bello que deshojas

tus flores; oh agua fría ya, que mojas

con tu cristal estremecido el viento!



¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,

en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,

echado en el verdor de una colina!



En una decadencia de hermosura,

la vida se desnuda, y resplandece

la excelsitud de su verdad divina.


Juan Ramón Jiménez