Todo el agradecimiento para este año 2012 que se marcha y todo el Amor, Felicidad y Generosidad para este nuevo 2013 que ya comienza a iluminarlo todo con su Luz...
Estaba mucho más allá, en ese mucho más allá ilocalizable adonde precisamente ponen proa los ojos de todas las mujeres del mundo cuando miran por una ventana y la convierten en punto de embarque, en andén, en alfombra mágica desde donde se hacen invisibles para fugarse. Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos.
Entro en una zapatería porque he visto en el escaparate unos zapatos que me gustan. Se los señalo a la dependienta, le digo mi número, el 46. Ella vuelve y me dice: lo siento, pero no tenemos de su número. Luego añade siempre: tenemos el 41. Y me mira, en silencio, porque quiere una respuesta. Y a mí, al menos una vez, me gustaría decirle: vale, de acuerdo, deme el 41.
Cuando el que te ha pedido que le guardaras el sitio llega por fin. Y puedes demostrar a todos los que están alrededor que era verdad.
Los que dicen que te llevan y no te dejan en cualquier sitio: en la esquina, cerca del metro, en la parada de taxis. Sino que te acompañan hasta casa.
El día en que tiene que ajustarse la hora legal, o la solar. Porque uno nunca acaba de entender si esta vez toca pasar de la hora legal a la solar o de la solar a la legal. Y si esta noche vamos a dormir una hora más o una menos: esto es motivo de agotadoras discusiones que se prolongan hasta pasada ya la hora del cambio de las agujas, convirtiendo así en inútil la eventual hora de sueño añadida. Porque siempre hay alguien que, aunque le hayas hecho unos dibujitos en un papel, no está convencido, y dice que en su opinión es lo contrario: que dormiremos una hora más y no una hora menos, como estáis diciendo todos (o una hora menos y no una más).
Los amores al empezar, que es mucho antes de que empiecen, es decir, el momento en que un enamoramiento nace sin que la persona que se enamora se haya dado cuenta aún.
Y luego determinadas tardes de lluvia y la gente que espera que deje de llover bajo los soportales, y se conoce, y se habla. Los amigos que se reúnen en el café y se cuentan sus secretos. Las manifestaciones, cuando la ciudad es ocupada por muchos de los que la habitan. El número exacto de besos que se están dando en este momento. El bis tan esperado en un concierto. Una disputa endiablada por una cuestión de principios. Alguien que corre para llegar antes de que se cumpla el plazo para lo que sea. El hecho de que ninguna mujer en el mundo consiga de su peluquero el peinado que deseaba.
Hola Amor, vengo a plantar en tu mesilla un jardín y a construir un paraíso en el salón...a prepararte una sopa de besos mientras del baño hago una playa del sur dónde tumbarnos muy juntas las dos...hasta olvidar lo inolvidable, hasta empezar a recordar lo que pasará mañana, donde hablarnos bajito y contarnos los ojos y los dedos de los pies.
Hay muchas cosas buenas que salen gratis. Pasear por la mañana temprano, cuando el sol es tierno, tímido como la brisa que coquetea con las hojas de los árboles. Caminar de madrugada por calles tan llenas de gente como en los mediodías del invierno, para asombrarse de la euforia silenciosa de las parejas que se besan en los bancos, o apoyadas en los pilares de las plazas porticadas. Los que viven cerca del mar lo tienen fácil, pero también es una fiesta meter en una tartera la comida prevista para consumir en casa, despacharla sobre una manta, en la hierba de algún parque, y tumbarse después a la sombra. Asistir a los conciertos de las bandas que suelen tocar en quioscos de parques y plazas mayores los domingos por la mañana. Y frecuentar las bibliotecas públicas, mientras duren.
Hay muchas cosas buenas que salen muy baratas. Una botella de vino para beberla despacio, en casa, al atardecer y entre amigos. Un buen libro de bolsillo, que proporciona una emoción que dura más que el vino y cuesta casi lo mismo. Un cine de verano, el lugar ideal para hacer manitas. Una ración de ensaladilla rusa y dos cañas, en la terraza de un bar cualquiera, antes o después del cine de verano. Enamorarse es un milagro todavía más barato, tan caro que, sin embargo, no se puede fabricar.
El verano es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no piensen en el invierno que nos espera. Porque nuestros abuelos lo tuvieron muchísimo peor que nosotros y si no hubieran vivido, si no hubieran sabido disfrutar de la vida, si no se hubieran enamorado en tiempos atroces, nosotros no estaríamos aquí.
Recuérdenlo y sean felices, porque la felicidad también es una forma de resistir.
"¿Reír? ¿Acaso nos preocupamos alguna vez por reír? Quiero decir reír de veras, más allá de la broma, de la burla, de ridículo. Reir, goce inmenso y delicioso, todo goce...Yo le decía a mi hermana, o ella me decía, ven, ¿jugamos a reir? Nos acostabamos una junto a la otra en la cama y empezábamos. Para hacer como que hacíamos, por supuesto. Risas forzadas. Risas ridículas. Risas tan ridículas que nos hacían reir. Entonces venía, sí, la verdadera risa, la risa entera a arrastrarnos en su rompiente inmensa. Risas estalladas, proseguidas, atropelladas, desencadenadas, risas magníficas, suntuosas y locas...y reíamos al infinito de la risa e nuestas risas..Oh risa, risa del goce, goce de la risa; reir es vivir tan profundamente".
Este texto, según el autor, es un manifiesto místico de la alegría...
"El libro de la risa y el olvido" de Milan Kundera.
Al escuchar la fiesta del agua emprendo un viaje que me lleva frente al mar. Camino entre dunas por los vaivenes del recuerdo y el sabor a salitre enjuga mis palabras. No puedo apartar la mirada de aquellas tardes de fiesta.
Días para encontrarse al atardecer del verano con el alma renovada, tardes de poemas en la arena, de gaviotas… de hechizos de luna, de amores y estrellas. Aquellas tardes se crearon los hermosos lazos que hoy me llevan hasta ti.
Tuve el placer de compartir con Alejandro Rivera la risa del aire, acompañarle en la gestación de “La fiesta del agua” fue un regalo que llevo escrito en mí.
Hoy tienes en tus manos parte del tesoro que descubrimos juntos aquel verano, enseñanzas para el alma de los valientes que no esquivamos las olas.
Bajo el título de “La fiesta del agua” Alejandro nos regala una vez más trocitos de su ser, sus pasiones y visiones en letras comprometidas, tiernas, en historias que nos narran la cotidianidad del interrogante, del deseo, del amor.
Alejandro nos emociona con su música porque con ella entrega sus días, su vida. Su voz nos lleva hacia los confines de nuestros secretos, tiene el poder de hacer que el silencio anide en nuestro pecho para dejar paso a la emoción del encuentro.
Es un honor para mí presentaros este diario de Bitácora e invitaros a abrir la puerta, los cofres de arena y descubrir los ricos tesoros que Alejandro acuna en cada canción.
¿Quién soy yo? ¿Cómo soy? ¿Acaso no somos lo que los demás ven en nosotros, esa amalgama que arrastramos toda la vida sin saber nunca en qué consiste? Son los demás los que nos forman y nos conforman, los que sostienen nuestra imagen: con ellos vivimos y somos, y con ellos moriremos cuando mueran, o desapareceremos cuando su memoria se desvanezca o nos alcance su desprecio. Pero aún así, yo me niego a rendirme a la evidencia y quiero creer que sé quién soy y cómo soy.
Sé que soy pelirroja y mido un metro setenta, que tengo los ojos claros y la piel de lagartija, que jamás llevo anillos ni etiquetas, que me encantan los sombreros. Sé que me gusta beber y bailar y que mi expectación no tiene límites. Tampoco mi irritabilidad, tan intensa a veces como el temblor ante lo que amo. Sé defender una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias. Pertenezco a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas, y sin embargo tengo la lágrima fácil y cualquier gesta intrascendente, cualquier estúpida heroicidad me hace llorar.
Me merecen respeto muy pocas personas, admiración bastantes y ternura la mayoría. Desprecio a los traidorzuelos, a los vanidosos, a los fatuos, a los dogmáticos. El mundo me desconcierta porque no sé qué puedo hacer por paliar tanta doblez y tanto dolor y porque cada vez queda menos espacio para la libertad. No me da miedo la oscuridad pero sí las multitudes. Detesto el acordeón y el doblaje; soy intransigente y vulnerable; me gustan el desierto y la selva, los canales y el mar, la lluvia y la sequía, el frío y el calor, la música de cámara, la ciudad, las sábanas de hilo, las moras negras y el arroz a banda.
Me emocionan más los árboles que los gatos. Anhelo igualmente la fiesta y el silencio. Me enternecen los susurros y me abruman los lamentos. Arrastro como todos mi pasado y sé que el día de mañana ya es hoy. No recuerdo haberme aburrido jamás quizá porque busco en el exceso la solución a las causas imposibles. Y sólo quisiera volver a los veinte años para andar día y noche en minifalda.
de la pura teoría Índice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano.
Adrienne Rich (Escritora estadounidense, 1929)
HUMILDE
Yo, mujer,
terca habitante del planeta
he dejado mi huella amorosa en la nube
que pasa ligera.
Michele Najlis (Escritora nicaragüense, 1946)
BELLA
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Gioconda Belli (Escritora Nicaragüense, 1948)
ELEGANTE
“¡Oh, figura femenina, cuán gloriosa eres!”
Hildegard de Bingen (Escritora alemana, 1098 – 1179)
ESPOSA
"Las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural."
Virgina Wolf (Escritora inglesa, 1882 – 1941)
"Soy por voluntad de Dios, destinada a alta posición. Y sigo mi propio camino, con orgullo".
Walada bint Al Mustakfi (Escritora cordobesa, 994 – 1091)
SENSUAL
Mi carne morena aún tiene
sabores de primavera:
¿No veis los ojos en celo
de mi amante sobre ella?
Ángela Figuera (Escritora española, 1902 – 1984)
ARTISTA
“Modificar el paradigma de la historia del arte obliga a mucho más que a añadir nuevos materiales sino que también hay que añadir a las mujeres y su historia a las categorías y métodos existentes”.
Griselda Pollock (Crítica e historiadora del arte sudafricana, 1949)
Deja que el fuego encienda la piel del río
deja que den su fruto los desvaríos
deja que el mar se seque
que el sol se enfríe
que haya recuerdo en el olvido.
Deja que abran las puertas del laberinto
deja que del silencio se escape el ruido
deja que el rayo cese
que el viento calme
que den a luz los clandestinos
Deja que mi locura y yo
corramos el peligro
te digo deja
deja te pido
Deja que suba al cielo de los caprichos
deja brotar la fuente de los prodigios
deja que corra el aire
que llegue el día
que encuentre paz el fugitivo
Deja que no me importe el renglón torcido
deja sentir cercano lo que es esquivo
deja que el árbol vuele
vivir la vida
que de dolor no sea el quejido
Al pasar una página, apareció La dama de Shalott y desde entonces, pienso en ella. La veo, como en la pintura, en su barca, con sus lánguidas ojeras y escucho su dulce voz cantándole/contándole al mundo sus visiones.
Esta pintura de John William Waterhouse, la realizó en 1888 inspirada en un fragmento del poema deTennyson que acompaña más abajo.
Hace días que hilo en la memoria un recorrido para poder tejer nuestro encuentro en el papel, esperando el espacio necesario en mi cabeza para sentarme frente a ella.
Pensaba en Elaine, Lady of Shalott, como una mujer de tantas que emprende el camino hacia su liberación personal, una toma de conciencia de que la vida no puede verse a través de un espejo, que, a pesar de ser un personaje del ciclo artúrico, la historia de Elena, encerrada en una torre en la isla de Shalott, muy cerca de Camelot, está muy presente en la actualidad.
Pensaba en todas nosotras, de mente moderna y corazón patriarcal, amedrentado y culpabilizador. Reflexionaba en la bondad, en la abnegación y en el poder de luchar por los sueños.
Sin embargo, ahora que me he sentado frente a ella, desfilan ante mí otras sensaciones. Romper la maldición de no poder ver el mundo a través de sus propios ojos fue su maldición en sí, se enamoró de Lancelot, a quién veía a través del espejo y emprendió el camino hacia la liberación…¿seguro?. No me gustan estos finales de bellezas encerradas en torres que se enamoran y se liberan para morir ahogadas en su propia pena. Quizás sea que los espejitos mágicos que tenemos no reflejan la realidad. Virginia Wolf decía que las mujeres hemos tenido el cometido de reflejar la imagen del hombre dos veces mayor de su tamaño real.
Hace tiempo que descubrí que de vez en cuando se me quedaban los zapatos pequeños, que ya no me servían y que tenía que encontrar otros para caminar más a gusto con la vida. Hoy me de he dado cuenta de que necesitamos, necesito, además, espejos nuevos. Espejos para mirarme a mí misma, espejos que nos reflejen a nosotras.
Necesitamos mirarnos para que desaparezcan las torres, los muros, las maldiciones, los espejismos, necesitamos espejos nuevos, sueños propios que caminen río abajo, buscando saltar las piedrecitas con inteligencia y canciones.
Me hubiera gustado ver salir a Lady Shalott en su barco con ímpetu por ver el mundo, con un pellizco en el estómago por miedo y arrepentimiento, pero río abajo, como si ella misma, llevada por todos esos sentimientos, fuera quien caminase por las aguas.
Seguramente hubiese ocurrido algo que la hiciera despojarse de los miedos y abandonar su torre. Pero no Lancelot. No una maldición. No el reflejo del mundo que está fuera, lejos de nuestro alcance. No sé si algún día también llegaremos a descubrir que el amor que nos salva es el que nos tengamos a nosotras mismas. Que el camino hacia los sueños se recorre en una torre, tejiendo día a día y se vive en una barca, que los espejitos mágicos, los Lancelot, las tierras prometidas de Camelot, están bien para tirarse de la torre, pero que la vida, más allá de ello, depende de la mejor guía: nosotras mismas.
Fragmento Poema de Tennyson
Y en la oscura extensión río abajo
-como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio-
con turbado semblante
miró hacia Camelot.
Y al final del día
la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró
a la Dama de Shalott.
Yaciendo, vestida con níveas telas
ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot;
y yendo su proa a la deriva
entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción
a la Dama de Shalott.
Escucharon una tuna lastimera, implorante,
tanto en alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot.
Y es que antes de que fuera llevada por la corriente
Ya ha llegado el tiempo futuro, ya estamos en el año que viene, sentada frente al calendario de 2012, hoy. Todo llega a mí para hablarme de lo que aún tengo pendiente por hacer… como novedad me está resultando estupendo contemplar en mi lista el hermoso camino por estrenar, por descubrir, tantas cosas interesantes por disfrutar!. Así podré cargar mi farolillo de auténticos deseos y propósitos, verlo volar, soñar con el tiempo futuro y saber que me gusta que no hagamos las cosas que no hacemos…
LAS COSAS QUE NO HACEMOS
Me gusta que no hagamos las cosas que no hacemos. Me gustan nuestros planes al despertar, cuando el día se sube a la cama como un gato de luz, y que no realizamos porque nos levantamos tarde por haberlos imaginado tanto. Me gusta la cosquilla que insinúan en nuestros músculos los ejercicios que enumeramos sin practicar, los gimnasios a los que nunca vamos, los hábitos saludables que invocamos como si, deseándolos, su resplandor nos alcanzase. Me gustan las guías de viaje que hojeas con esa atención que tanto te admiro, y cuyos monumentos, calles y museos no llegamos a pisar, fascinados frente a un café con leche. Me gustan los restaurantes a los que no acudimos, las luces de sus velas, el sabor por venir de sus platos. Me gusta cómo queda nuestra casa cuando la describimos con reformas, sus sorprendentes muebles, su ausencia de paredes, sus colores atrevidos. Me gustan las lenguas que quisiéramos hablar y soñamos con aprender el año próximo, mientras nos sonreímos bajo la ducha. Escucho de tus labios esos dulces idiomas hipotéticos, sus palabras me llenan de razones. Me gustan todos los propósitos, declarados o secretos, que incumplimos juntos. Eso es lo que prefiero de compartir la vida. La maravilla abierta en otra parte. Las cosas que no hacemos.