domingo, 27 de mayo de 2012

LA FIESTA DEL AGUA







“El mar, como la vida,
nos sostiene en sus aguas
y nos mece con el vaivén de sus olas”.

Manuel Silva.




Al escuchar la fiesta del agua emprendo un viaje que me lleva frente al mar. Camino entre dunas por los vaivenes del recuerdo y el sabor a salitre enjuga mis palabras. No puedo apartar la mirada de aquellas tardes de fiesta.

Días para encontrarse al atardecer del verano con el alma renovada, tardes de poemas en la arena, de gaviotas… de hechizos de luna, de amores y estrellas. Aquellas tardes se crearon los hermosos lazos que hoy me llevan hasta ti.

Tuve el placer de compartir con Alejandro Rivera la risa del aire, acompañarle en la gestación de “La fiesta del agua” fue un regalo que llevo escrito en mí.

Hoy tienes en tus manos parte del tesoro que descubrimos juntos aquel verano, enseñanzas para el alma de los valientes que no esquivamos las olas.

Bajo el título de “La fiesta del agua” Alejandro nos regala una vez más trocitos de su ser, sus pasiones y visiones en letras comprometidas, tiernas, en historias que nos narran la cotidianidad del interrogante, del deseo, del amor.

Alejandro nos emociona con su música porque con ella entrega sus días, su vida. Su voz nos lleva hacia los confines de nuestros secretos, tiene el poder de hacer que el silencio anide en nuestro pecho para dejar paso a la emoción del encuentro.

Es un honor para mí presentaros este diario de Bitácora e invitaros a abrir la puerta, los cofres de arena y descubrir los ricos tesoros que Alejandro acuna en cada canción.


                                                                                                                                       Teresa Suárez.



 

miércoles, 23 de mayo de 2012

VIVIENDO EN UN CHAGALL


Chagall




Di que querías ser caballo esbelto , nombre


de algún caballo mítico ,

o acaso nombre de Tristán , y oscuro .


Dilo , caballo griego , que querías ser estatua

desde hace diezmil años ,

di sur , y di paloma adelfa blanca ,

que habrías querido ser en tales cosas ,morirte en su substancia , ser columna .


Di que demasiadas veces

astrolabios , estrellas , los nervios de los

ángeles ,

vinieron a hacer música para Rilke el poeta ,

no para tus rodillas o tu alma de muro .



Mientras la marihuana destila mares verdes ,

habla en las recepciones con sus lágrimas

verdes ,

o le roba a la luz su luz más verde ,

te desconoces , te desconoces .



"De una niña de provincias que se vino a vivir a un Chagall" (1980). Blanca Andreu.

domingo, 13 de mayo de 2012

LA ANUNCIACIÓN




La Anunciación, Fra Angelico.




LA ANUNCIACIÓN


I



Porque desde el principio me estabas destinado.

Antes de las edades del trigo y de la alondra

y aun antes de los peces.

Cuando Dios no tenía más que horizontes

de ilimitado azul y el universo

era una voluntad no pronunciada.

Cuando todo yacía en el regazo

divino, entremezclado y confundido,

yacíamos tú y yo totales, juntos.

Pero vino el castigo de la arcilla,

me tomó entre sus dedos desgarrándome

de la absoluta plenitud antigua.

Modeló mis caderas y mis hombros,

me encendió de vigilias sin sosiego

y me negó el olvido.

Yo sabía que estabas dormido entre las cosas

y respiraba el aire para ver si te hallaba

y bebía de las fuentes como para beberte,

huérfana de tu peso dulce sobre mi pecho,

sin nombre mientras tú no descendieras

languidecía, triste, en el destierro.

Un cántaro vacío semejaba

nostálgico de vinos generosos

y de sonoras e inefables aguas.

Una cítara muda parecía.

No podía siquiera morir como el que cae

aflojando los músculos en una

brusca renunciación. Me flagelaba

la feroz certidumbre de tu ausencia,

adelante, buscando tu huella o tus señales.

No podía morir porque aguardaba.



Porque desde el principio me estabas destinado

era mi soledad un tránsito sombrío

y un ímpetu de fiebre inconsolable.





II



Porque habías de venir a quebrantar mis huesos

y cuando Dios les daba consistencia pensaba

en hacerlos menores que tu fuerza.

Dócil a tu ademán redondo mi cintura

y a tus orejas vírgenes mi voz, disciplinada

en intangibles sílabas de espuma.

Multiplicó el latido de mis sienes,

organizó las redes de mis venas

y ensanchó las planicies de mi espalda.

Y yo medí mis pasos por la tierra

para no hacerte daño.

Porque ante ti que me estás hecho de nieve

y de vellones cándidos y pétalos

debo ser como un arca y como un templo:

ungida y fervorosa,

elevada en incienso y en campanas.



Porque habías de venir a quebrantar mis huesos,

mis huesos, a tu anuncio, se quebraban.





III



Para que tú lo habites quisiera depararte

un mundo esclarecido de céfiros, laureles,

fosforescentes algas, litorales sin término,

grutas de fino musgo y cielos de palomas.









De: De la vigilia estéril, Rosario Castellanos.