domingo, 13 de mayo de 2012

LA ANUNCIACIÓN




La Anunciación, Fra Angelico.




LA ANUNCIACIÓN


I



Porque desde el principio me estabas destinado.

Antes de las edades del trigo y de la alondra

y aun antes de los peces.

Cuando Dios no tenía más que horizontes

de ilimitado azul y el universo

era una voluntad no pronunciada.

Cuando todo yacía en el regazo

divino, entremezclado y confundido,

yacíamos tú y yo totales, juntos.

Pero vino el castigo de la arcilla,

me tomó entre sus dedos desgarrándome

de la absoluta plenitud antigua.

Modeló mis caderas y mis hombros,

me encendió de vigilias sin sosiego

y me negó el olvido.

Yo sabía que estabas dormido entre las cosas

y respiraba el aire para ver si te hallaba

y bebía de las fuentes como para beberte,

huérfana de tu peso dulce sobre mi pecho,

sin nombre mientras tú no descendieras

languidecía, triste, en el destierro.

Un cántaro vacío semejaba

nostálgico de vinos generosos

y de sonoras e inefables aguas.

Una cítara muda parecía.

No podía siquiera morir como el que cae

aflojando los músculos en una

brusca renunciación. Me flagelaba

la feroz certidumbre de tu ausencia,

adelante, buscando tu huella o tus señales.

No podía morir porque aguardaba.



Porque desde el principio me estabas destinado

era mi soledad un tránsito sombrío

y un ímpetu de fiebre inconsolable.





II



Porque habías de venir a quebrantar mis huesos

y cuando Dios les daba consistencia pensaba

en hacerlos menores que tu fuerza.

Dócil a tu ademán redondo mi cintura

y a tus orejas vírgenes mi voz, disciplinada

en intangibles sílabas de espuma.

Multiplicó el latido de mis sienes,

organizó las redes de mis venas

y ensanchó las planicies de mi espalda.

Y yo medí mis pasos por la tierra

para no hacerte daño.

Porque ante ti que me estás hecho de nieve

y de vellones cándidos y pétalos

debo ser como un arca y como un templo:

ungida y fervorosa,

elevada en incienso y en campanas.



Porque habías de venir a quebrantar mis huesos,

mis huesos, a tu anuncio, se quebraban.





III



Para que tú lo habites quisiera depararte

un mundo esclarecido de céfiros, laureles,

fosforescentes algas, litorales sin término,

grutas de fino musgo y cielos de palomas.









De: De la vigilia estéril, Rosario Castellanos.







4 comentarios:

  1. Me he acercado a la wikipedia para ver quién era esta escritora, verdaderamente sorprendido por esta increíble poesía. Anoche acabé de leer un librito de economía política y el contraste ha sido bastante fuerte, jaja.

    Maravilloso. Podrías pensar seriamente hacer una antología.

    Un abrazo.

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  2. Cuánto me animas!!Mira que yo me lo creo todo y soy muy disciplinada y me pongo a antologar ya mismo, eh!!Gracias y besitos!!

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  3. jaja, no te lo puedo decir más en serio, aquí tienes al primer comprador.

    Besitos

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  4. Valeee, tú lo habrás querido...Un beso grande!!

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